Cuando los estallidos asustan: recomendaciones para cuidar a las mascotas frente a la pirotecnia

Cada diciembre, miles de animales domésticos sufren ansiedad y episodios de estrés por los sonidos explosivos de la pirotecnia. Perros y gatos pueden reaccionar con temblores, taquicardia, huida descontrolada o daño físico. Su audición es más sensible y perciben ruidos a niveles que los humanos no detectamos. Por eso, estas fechas deben vivirse con cuidado especial hacia ellos.


El impacto emocional para las mascotas no es menor: cada año, organizaciones reportan animales extraviados o atropellados intentando escapar. La pirotecnia no solo afecta el entorno humano, sino también la vida animal que hoy hace parte de las familias colombianas. Entender este vínculo emocional nos obliga a actuar. No se trata solo de protección física, sino de bienestar emocional.


Las recomendaciones comienzan por crear espacios seguros dentro del hogar. Un cuarto cómodo, con sonidos ambientales como música suave, puede ayudarles a regular el estrés. Las mantas pesadas o camas conocidas permiten que encuentren refugio. Preparar el entorno antes de las explosiones es clave para evitar conductas de pánico. El ambiente debe ser predecible y seguro.


Veterinarios recomiendan no castigar ni sobreproteger al animal durante episodios de miedo. La calma del humano guía la reacción del animal. Permanecer cerca, hablar con voz suave y ofrecer una rutina estable reduce los picos de ansiedad. Algunas razas requieren apoyo farmacológico bajo supervisión profesional. Cada caso debe evaluarse para no medicar sin criterio.


El uso de collares con placa actualizada y puertas aseguradas es fundamental. Muchos animales huyen al escuchar detonaciones repentinas. La prevención física es tan importante como la emocional. Ninguna mascota debe enfrentar sola el ruido sin un lugar donde sentirse protegida. La responsabilidad del cuidador se activa antes, durante y después.


Asociaciones animalistas también invitan a sensibilizar a los vecinos. Cuando una comunidad acuerda restricciones voluntarias, los niveles de estrés animal disminuyen. El cambio cultural empieza con conversaciones pequeñas. Cada familia puede aportar compartiendo información o proponiendo alternativas sin ruido. Empatía y convivencia son valores clave.


El debate sobre pirotecnia no puede limitarse al riesgo humano. Incluir la perspectiva animal amplía el sentido de la conversación pública. La protección hacia quienes no pueden expresarlo es un reflejo del nivel ético de una sociedad. Cada mascota merece bienestar durante la celebración. Este mensaje debe acompañar cada diciembre.


Cuidar a los animales frente a la pirotecnia no es una opción sentimental; es un acto de responsabilidad. La Navidad puede celebrarse sin causar terror a los seres que nos acompañan. La verdadera fiesta es cuando nadie sufre.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente