La habitabilidad en calle en Bogotá está atravesada por múltiples factores que afectan profundamente la vida de las personas, entre ellos los conflictos familiares, la ruptura de redes de apoyo, el deterioro de la salud mental y el consumo problemático de sustancias psicoactivas. El abandono y la discriminación hacia identidades diversas agravan este escenario y dificultan la recuperación social. Un estudio reciente elaborado por el Observatorio Poblacional, Diferencial y de Familias de la Secretaría de Planeación evidencia que la calle no es una decisión individual aislada, sino el resultado de complejas dinámicas sociales y afectivas. Estas situaciones determinan trayectorias vitales marcadas por vulnerabilidad. El fenómeno se extiende a todos los ciclos de vida.
El informe Prevención y atención de la habitabilidad en calle en Bogotá revela que los conflictos de convivencia y la violencia dentro del hogar son la principal causa por la cual las personas terminan habitando la calle. Según el estudio, el 38,94 % de las personas que viven en esta condición inició este camino por situaciones violentas o tensiones familiares. A pesar de ello, solo el 9,66 % cuenta con algún tipo de apoyo emocional o afectivo. La investigación destaca la fractura crítica de las redes familiares, que se debilitan a medida que las personas pasan más tiempo en calle. Los vínculos se rompen y se prolongan los periodos de aislamiento. Este deterioro afecta la capacidad de recuperación.
La discriminación también es un factor determinante. El estudio señala que el rechazo familiar por identidad de género u orientación sexual es una causa recurrente de expulsión del hogar, especialmente en jóvenes LGBTI. Además, la violencia intrafamiliar afecta de manera desproporcionada a mujeres, con un 42,29 % de los casos en esta población. Solo el 14 % de las personas LGBTI recibe apoyo de familiares, mientras que el 16 % lo recibe de instituciones. Estos datos evidencian la extrema vulnerabilidad de estas personas dentro del entorno familiar. La discriminación estructural se convierte en un motor de exclusión. La calle termina siendo la única alternativa inmediata.
Para las autoridades distritales, comprender estas dinámicas es fundamental para mejorar los servicios de atención. “Con estos estudios buscamos impactar en los servicios para reducir brechas, desigualdad y violencias que afectan a las personas en todos los ciclos vitales”, afirmó David Alonzo, director de Diversidad Sexual, Poblaciones y Géneros de la Secretaría de Planeación. Esta información permite orientar políticas públicas que respondan a realidades diversas. El enfoque diferencial se vuelve imprescindible para garantizar atención adecuada. Así, la investigación se convierte en herramienta para transformar intervenciones. Su uso será clave en los próximos años.
El estudio también advierte situaciones críticas en personas mayores y en quienes presentan discapacidad cognitiva. Durante la pandemia, muchas familias abandonaron a sus cuidadores por incapacidad económica o emocional para asumir su atención. Este grupo, por su fragilidad, enfrenta mayores riesgos al habitar la calle. La ruptura familiar en la niñez y adolescencia también se identifica como un fuerte predictor de habitabilidad en calle. Casos asociados a violencia sexual o rechazo por diversidad sexual tienen efectos a largo plazo. Las consecuencias se agravan si no existe acompañamiento institucional. Esta población requiere intervenciones urgentes.
A pesar de estas adversidades, el estudio identifica una ventana de oportunidad en los jóvenes entre 18 y 29 años, quienes mantienen un mayor contacto con su familia de origen, especialmente con la madre. El 37 % reporta comunicación reciente, lo que sugiere posibles rutas de prevención y fortalecimiento afectivo. Esta conexión puede ser clave para evitar que la calle se convierta en una condición permanente. Los vínculos familiares, aunque frágiles, pueden restaurarse con acompañamiento adecuado. La intervención temprana aumenta la probabilidad de reintegración. Este grupo es prioritario para políticas preventivas.
La falta de redes de apoyo se consolida como una causa estructural de habitabilidad en calle. Esta ausencia impacta directamente la salud mental y la capacidad de superar crisis personales. Sin estas redes, muchas personas recurren al consumo de sustancias psicoactivas como mecanismo de afrontamiento. El estudio indica que cerca del 50 % permanece en calle debido al consumo problemático de SPA. Este consumo suele comenzar por situaciones de dolor emocional, violencia o ruptura afectiva. Con el tiempo, se convierte en una barrera que dificulta la salida de la calle. Su abordaje integral es urgente.
El análisis concluye que la habitabilidad en calle es el resultado de múltiples rupturas sociales, familiares y emocionales que requieren intervenciones articuladas. La evidencia del estudio permite fortalecer políticas públicas basadas en la prevención, la reducción de violencias y el restablecimiento de redes afectivas. Bogotá avanza hacia un modelo de atención más humano, diferencial y centrado en la dignidad. La meta es reducir las desigualdades que llevan a la vida en calle y ofrecer alternativas reales de inclusión. Con investigación, acompañamiento y enfoque social, la ciudad busca transformar vidas.
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