En el marco de la COP30, que se desarrolla en Brasil, el Gobierno de Colombia lanzó un llamado firme a la comunidad internacional para acordar una hoja de ruta global que permita avanzar hacia la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. La posición colombiana busca acelerar compromisos multilaterales y alinear la acción climática con la ciencia, ante un escenario de impactos ambientales cada vez más graves y frecuentes en el mundo.
La ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible (e), Irene Vélez Torres, advirtió que los efectos de la crisis climática son ya “diarios y muy costosos”, especialmente para los países del Sur Global, que enfrentan inundaciones, sequías, pérdidas económicas y desplazamientos crecientes. Según la funcionaria, el momento exige decisiones ambiciosas y coherentes, capaces de transformar la manera en que las economías del mundo producen, consumen y se abastecen de energía.
Durante la rueda de prensa titulada Llamado a la acción climática colectiva sobre la hoja de ruta para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, Vélez Torres destacó que la presión social internacional está creciendo. Movimientos juveniles, pueblos indígenas y organizaciones ambientales exigen que las negociaciones climáticas no continúen aplazando decisiones necesarias y urgentes para proteger la vida y la biodiversidad del planeta.
En este contexto, Colombia lidera en la COP30 una declaración internacional que busca fijar los elementos mínimos para una hoja de ruta global, con metas claras, respaldo científico y compromisos diferenciados según las capacidades de cada país. Se trata de un esfuerzo para llenar un vacío histórico en las conferencias climáticas: hasta ahora, ninguna COP ha adoptado un plan concreto que marque el camino para abandonar los combustibles fósiles.
La iniciativa colombiana propone evitar que las discusiones multilaterales queden atrapadas en formulaciones ambiguas que, en la práctica, frenan la acción real. Por el contrario, busca que el resultado final sea explícito, verificable y orientado a la transformación energética. Esta hoja de ruta incluiría un cronograma orientador, criterios de responsabilidad común pero diferenciada y mecanismos para evaluar avances.
La articulación con Brasil —país anfitrión y presidente de la COP30— ha sido determinante para elevar el debate y sumar a otros Estados a la propuesta. Según la ministra, construir alianzas regionales y globales es clave para destrabar las negociaciones y lograr un acuerdo que responda a la urgencia climática. “Este mapa de camino es esencial para enfrentar la crisis y garantizar justicia para los territorios más afectados”, subrayó.
La postura colombiana sostiene que la justicia climática no puede seguir siendo postergada. Para el país, avanzar hacia un mundo sin combustibles fósiles es un asunto de supervivencia para millones de personas expuestas a fenómenos extremos. De igual manera, implica abrir espacio para economías más limpias, diversificadas y resilientes, que permitan superar la dependencia de actividades extractivas.
La intervención de Colombia estuvo acompañada por representantes de Alemania, Kenia y Reino Unido, quienes respaldaron el llamado y coincidieron en la urgencia de adoptar medidas globales capaces de mantener el calentamiento por debajo de los 1,5 °C. Su apoyo consolida la propuesta como uno de los temas más relevantes de la COP30 y como un punto de inflexión en la gobernanza climática internacional.
