FENALPI y la industria pirotécnica: entre la tradición, el empleo y la seguridad

 


La pirotecnia en Colombia no es solo parte del paisaje navideño: es también una industria que sostiene a miles de familias en el país. Según la Federación Nacional de Pirotécnicos (FENALPI), cerca de 25.000 familias dependen de esta actividad en temporada de fin de año, mientras que durante el resto del año el sector mantiene empleo ligado a espectáculos, eventos culturales y shows profesionales. La pólvora, vista desde esta óptica, es también economía y oficio. 


Municipios y zonas como Soacha, Cundinamarca, y otros territorios con tradición pirotécnica han desarrollado cadenas productivas que van desde la fabricación hasta la comercialización legal de fuegos artificiales. Empresas como “El Vaquero”, ligadas históricamente al sector, muestran cómo esta industria ha crecido y se ha expandido por distintos departamentos del país, generando puestos de trabajo directos e indirectos a lo largo del año. 


En este contexto, FENALPI actúa como articulador entre los pirotécnicos formales y el Estado. La federación representa al gremio en debates sobre normatividad, seguridad y regulación, defendiendo la permanencia de la actividad, pero bajo condiciones estrictas de control y profesionalización. Su mensaje no es negar el riesgo, sino gestionarlo con normas claras, capacitación y campañas de prevención orientadas a la ciudadanía. 


Al frente de este proceso se encuentra Carlos Andrés Carvajal Castaño, presidente de FENALPI, quien ha liderado una defensa pública de la industria formal. En medios nacionales ha explicado la clasificación de los productos pirotécnicos en categorías según su nivel de riesgo y el tipo de usuario autorizado, enfatizando que la categoría tres es de uso exclusivo profesional y que las categorías uno y dos solo pueden venderse a adultos, nunca a menores de edad. 


El gremio también ha cuestionado la eficacia de las prohibiciones municipales absolutas, mostrando que, pese a los vetos en ciudades como Medellín o Cali, las cifras de lesionados no desaparecen. FENALPI sostiene que lo que realmente reduce accidentes es combatir la informalidad, mejorar los controles y fortalecer la educación ciudadana sobre riesgos y usos permitidos. La discusión, desde su perspectiva, debe pasar de la satanización a la regulación inteligente. 


En paralelo, FENALPI ofrece a sus agremiados beneficios como certificaciones conjuntas con Bomberos, respaldo jurídico 24 horas, protocolos de bioseguridad y acompañamiento técnico. Estos instrumentos ayudan a que los puntos de venta y fábricas cumplan con la normatividad y generen confianza en las autoridades y en los consumidores. La formalización es, para el gremio, la mejor vacuna contra la improvisación que causa tragedias. 


La federación también impulsa campañas de comunicación donde combina el orgullo por el oficio con mensajes de respeto por la vida humana y por las mascotas. Conceptos como “Colombia libre de accidentes por pirotecnia” y la invitación a celebrar con alegría y responsabilidad muestran un tono equilibrado: defender la tradición sin desconocer su impacto en la salud y el bienestar de las comunidades. 


De esta manera, la industria pirotécnica formal, articulada a través de FENALPI, se presenta como un sector que quiere seguir iluminando celebraciones, pero dentro de un marco de legalidad y seguridad. Reconocer su existencia, su peso económico y su vocería gremial permite entender que el debate sobre la pólvora en Colombia no es blanco o negro: pasa por construir equilibrios entre cultura, empleo y protección de la vida. 

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente