En Colombia, uno de cada dos estudiantes no termina el bachillerato. Así lo advierte el más reciente informe de la Fundación Barco, que alerta sobre un nivel crítico de deserción escolar agravado por la pobreza, la desnutrición y la falta de recursos básicos. Solo en 2024, más de 335.000 niños y niñas abandonaron sus estudios. En departamentos como Santander, donde muchas familias enfrentan decisiones extremas entre alimentar el hogar o enviar a sus hijos al colegio, los apoyos educativos se convierten en un salvavidas.
Conscientes de esta realidad, Fe y Alegría Colombia y SBS Seguros pusieron en marcha el Plan Padrino en los municipios de Girón y Bucaramanga. La iniciativa, respaldada por los empleados donantes de la aseguradora, busca garantizar el acceso, la permanencia y el bienestar escolar de estudiantes en situación de vulnerabilidad, a través de acciones concretas que abordan las barreras sociales que limitan su desarrollo.
“El Plan Padrino es más que una donación. Es un acto de fe en la educación como derecho y una apuesta por la movilidad social. Nos permite decirles a nuestros estudiantes que hay personas que creen en ellos, que reconocen su potencial y quieren verlos avanzar. Eso tiene un poder transformador enorme”, señaló José Alexis Martínez, director regional de Oriente de Fe y Alegría.
En esta primera etapa, 31 niños y niñas fueron vinculados al programa gracias a los aportes mensuales de colaboradores de SBS Seguros, canalizados mediante descuento de nómina. Los recursos, con destinación específica, son administrados por Fe y Alegría en la Regional Oriente y permiten cubrir necesidades básicas como alimentación, transporte, útiles escolares y vestuario, elementos que suelen marcar la diferencia entre estudiar o desertar.
En el Colegio Mario Morales Delgado, en Girón, el plan permitió implementar la entrega diaria de refrigerios a estudiantes de primaria, mejorando significativamente la asistencia, la atención en clase y los niveles de participación. En el Colegio Los Colorados, en Bucaramanga, la dotación de uniformes escolares contribuyó a elevar la autoestima y el sentido de pertenencia de los alumnos.
“El impacto fue inmediato. Vimos rostros más despiertos, más seguros, más motivados. Un refrigerio o una prenda pueden parecer poco, pero en el contexto de nuestros estudiantes son un puente hacia la dignidad y la permanencia escolar”, agregó Martínez.
Además de mejorar las condiciones de aprendizaje, el Plan Padrino ha fortalecido la relación entre las familias y la comunidad educativa. Padres y cuidadores han expresado mayor confianza en el proceso formativo, al ver en la escuela un espacio que no solo enseña, sino también protege y acompaña.
Fe y Alegría hace un llamado a más empresas, aliados estratégicos y ciudadanos a sumarse a esta iniciativa. El Plan Padrino demuestra que la solidaridad bien dirigida puede convertirse en una política educativa eficaz, capaz de cerrar brechas, garantizar derechos y construir oportunidades reales para la niñez y juventud colombiana.
