Un nuevo caso de maltrato animal encendió las alarmas en la localidad de Kennedy, donde fue rescatado Rugger, un perro que permanecía en condiciones de abandono y maltrato en el sector de Patio Bonito. El operativo fue posible gracias al reporte de un ciudadano que alertó al Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), demostrando una vez más que la denuncia oportuna puede salvar vidas.
La intervención no fue menor: en el lugar actuaron de manera conjunta el IDPYBA, la Personería de Bogotá, la Inspección de Convivencia y Paz, la Policía Metropolitana, el Cuerpo Oficial de Bomberos, la Secretaría de Gobierno y la Alcaldía Local de Kennedy. Tras la evaluación veterinaria, el dictamen fue contundente: Rugger no tenía condiciones mínimas de bienestar y debía ser retirado del lugar de forma inmediata.
Con ese concepto técnico, la Policía procedió a la aprehensión material preventiva del animal, una medida legal que permite retirarlo del entorno donde esté siendo maltratado. Rugger fue trasladado a un centro de atención del Distrito, donde hoy recibe cuidados médicos, alimentación adecuada, observación conductual y acompañamiento veterinario especializado mientras avanza el proceso legal.
El IDPYBA agradeció el apoyo institucional y recordó que la ruta de rescate inicia siempre en la ciudadanía: sin denuncia no hay intervención. Casos como este demuestran que la crueldad animal no ocurre solo en escenarios extremos, sino también en hogares, apartamentos, terrazas, patios o espacios cerrados donde los animales son sometidos a encierro, abandono, golpes o negligencia.
La entidad reiteró que Bogotá tiene canales oficiales para reportar maltrato animal, entre ellos la Línea 123 para emergencias vitales, el correo proteccionanimal@animalesbog.gov.co y la plataforma ‘Bogotá te escucha’, donde se pueden adjuntar fotos y videos como evidencia. Cada reporte pasa a verificación técnica y, si procede, a intervención policial y judicial.
“En Bogotá no toleramos el maltrato animal”, insistió el Instituto, recordando que la ley colombiana reconoce a los animales como seres sintientes y castiga la crueldad con sanciones penales y económicas. Mientras Rugger se recupera, su historia se suma a la de cientos de animales que fueron rescatados porque alguien decidió no quedarse callado. A veces, una denuncia es la única diferencia entre el dolor y una segunda oportunidad.
