Los Dodgers revelaron nuevamente por qué son el equipo a vencer en las Grandes Ligas al alzarse con la Serie Mundial 2025, tras una victoria dramática de 5-4 en el Juego 7 contra los Blue Jays. En un duelo que se extendió a extra-innings, el batazo decisivo llegó en la undécima entrada cuando Will Smith mandó la pelota fuera del parque, dando el golpe final. El enfrentamiento dejó en evidencia la intensidad del campeonato: dos franquicias que lucharon hasta el límite y obligaron a todas las cámaras, análisis e historias a girar en torno a ellos.
La victoria no sólo representa un título más para los Dodgers, sino la consolidación de una dinastía moderna. Con este triunfo, se convierten en el primer equipo desde los New York Yankees de 1998-2000 en ganar campeonatos consecutivos de la Serie Mundial. Además, es su noveno título en la historia de la organización, y el tercero en seis años, lo que los reafirma como la referencia en el béisbol internacional. Para Toronto, que aspiraba a su primer campeonato en 32 años, la derrota sienta una pesada carga de “lo que pudo haber sido”.
El héroe de la serie fue indiscutiblemente Yoshinobu Yamamoto, designado Jugador Más Valioso (MVP). El lanzador japonés, recién llegado a las Mayores, consiguió tres victorias en la serie, incluyendo un relevo heroico en el Juego 7 donde cerró con dos entradas y dos tercios sin permitir hit. Su 1.09 de efectividad y 15 ponches en casi 18 entradas le valieron el título individual y le dieron justicia al riesgo de invertir en él. El manager Dave Roberts no tuvo miedo de gritarlo alto: “Yamamoto es el GOAT”.
Por su parte, los Blue Jays brillaron en varios momentos, destacando al novato Trey Yesavage, quien conectó 12 ponches en un juego de postemporada —algo histórico para una promesa canadiense. Sin embargo, la ofensiva de Toronto, a pesar de generar más carreras en la serie que los Dodgers, tropezó en momentos claves. En el noveno de la final, Miguel Rojas conectó el jonrón que empató el juego, pero el equipo cayó ante la arremetida final. Las estadísticas favorecieron a Toronto en bruto, pero el campeonato favoreció al que supo golpear al timing.
La narrativa del juego incluyó golpes directos: los Dodgers comenzaron débiles, cediendo aplastantemente en el Juego 1, pero supieron encontrar su ADN de campeón. El bullpen se transformó en fortaleza, con relevistas que neutralizaron a la potente ofensiva de Toronto. Ohtani, uno de los nombres más mediáticos del béisbol mundial, tuvo una serie irregular, lo que aumentó la presión sobre Yamamoto y el resto del staff. En momentos de crisis, el carácter terminó pesando.
La celebración en Los Ángeles ya tiene fecha para el desfile y la carroza de premio: el lunes se prevé una gran movilización de aficionados que vendrán a festejar el bicampeonato. Los analistas ya preguntan si este equipo podrá extender su ciclo de dominación o si la MLB presenciará pronto un nuevo cambio de guardia. Por ahora, los Dodgers mandan y la conversación global del béisbol les pertenece.
Para el aficionado latino y global, este campeonato significa que la MLB continúa su apertura internacional: jugadores como Yamamoto y Ohtani ponen de relieve la globalización del deporte. La narrativa ya no se limita a EE.UU., sino que se expande a Japón, Canadá, Latinoamérica. El trofeo no sólo es azul (por los Dodgers): es mundial.
El próximo desafío será ver si este grupo puede reinventarse para 2026 o si otros equipos emergen con nuevas estrellas. Pero hoy la imagen fija es la de una franquicia que supo sostener su peso, que volvió a ganar bajo presión, y que escribió otro capítulo de gloria. A los aficionados les queda un sabor agridulce si amaban a Toronto, pero para el béisbol fue una final digna del siglo XXI.
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