En un hecho inusual dentro del sector salud, Joseba Grajales, presidente del Grupo Keralty, divulgó una extensa carta dirigida a la opinión pública colombiana en la que respondió a las recientes declaraciones del presidente Gustavo Petro. El documento, redactado en tono firme y apelativo, expone los más de cuarenta años de trayectoria de la organización en el país y busca contrarrestar los señalamientos que la describen como un actor “extranjero” dentro del sistema de salud. Grajales sostiene que Keralty llegó “cuando la mayoría de los colombianos actuales ni siquiera habían nacido”, con la intención de instalarse de manera permanente. La carta marca un punto de tensión que se traslada al debate jurídico, económico y reputacional del sector.
Según Grajales, la compañía ha construido su arraigo a través de infraestructura, ciencia, innovación y formación, y recalca que su presencia no depende de coyunturas políticas. El presidente del grupo recuerda que, a lo largo de décadas, Keralty abrió clínicas, centros de atención primaria, instituciones de salud mental, laboratorios y una universidad orientada a formar médicos familiares. Destaca que estas inversiones ocurrieron incluso en contextos adversos, como crisis económicas o episodios de inseguridad, como prueba del compromiso de la empresa con el territorio colombiano. El mensaje central es que su permanencia se ha forjado en hechos verificables y no en discursos.
Uno de los aspectos más llamativos de la carta es la insistencia en señalar quiénes han sido atendidos por la red del grupo. Grajales afirma que millones de colombianos han acudido históricamente a sus servicios, incluidos críticos del sistema que, “por la puerta de atrás”, buscan atención para sus propios familiares. La intención del texto es recalcar que el cuidado médico, por su naturaleza, trasciende las controversias políticas y se rige por principios éticos que no discriminan a ningún paciente. En este punto, el documento utiliza una narrativa que combina lo moral con lo institucional para defender su legitimidad en el país.
La misiva también aborda qué acciones ha ejecutado Keralty desde su llegada: creación de centros especializados, impulso a la educación médica, fortalecimiento de servicios primarios y ampliación de unidades pediátricas y de salud mental. Grajales plantea que estas inversiones han impactado positivamente el acceso a la salud, la formación universitaria y el crecimiento laboral. En un tono crítico, señala que muchos de los cuestionamientos públicos no reconocen el alcance real de estos aportes y que la empresa ha demostrado con hechos —y no con retórica— su aporte al sistema.
Frente a la pregunta de cuándo iniciaron sus operaciones, la carta remite a una época en la que el país contaba con menos infraestructura y un sistema de salud incipiente. El directivo afirma que la compañía decidió invertir cuando Colombia representaba un reto mayor y cuando pocos estaban dispuestos a apostar por un sistema más robusto. Para Grajales, la idea de “arraigo” no depende del origen del capital, sino de la permanencia, la inversión sostenida y la relación construida con las comunidades. De este modo, busca contrarrestar el señalamiento de “extranjero” que el presidente Petro ha hecho en discursos recientes.
La carta también precisa dónde han extendido sus servicios, señalando la presencia territorial de clínicas, redes de atención primaria y programas formativos desde la Costa Caribe hasta el Eje Cafetero y Bogotá. Grajales expone que esta presencia regional demuestra un compromiso social con poblaciones variadas, especialmente en zonas donde la oferta médica pública es insuficiente. Este argumento aparece como respuesta implícita a afirmaciones que cuestionan el rol de las EPS y su impacto en regiones rurales o con limitada infraestructura.
Otro de los ejes de la carta es explicar por qué sostiene que Keralty ha contribuido de manera constante: generación de empleo, pago de impuestos, continuidad en procesos asistenciales y formación de profesionales. Grajales afirma que más de un millón de nacimientos han ocurrido bajo el cuidado de su red, cifra que utiliza como símbolo de confianza, arraigo y responsabilidad social. Asegura que estos hechos deberían pesar más que los discursos coyunturales y que la contribución de la organización al sistema de salud del país es medible y verificable.
Finalmente, el texto detalla cómo han construido su permanencia, enfatizando que no han dependido de favores, privilegios ni apoyos especiales. Grajales señala que se han mantenido a partir de la calidad del servicio, la sostenibilidad financiera, la inversión continua y la construcción de un modelo que integra prevención, innovación y comunidad. Concluye con un llamado al respeto por lo construido y con un mensaje de gratitud hacia Colombia, que busca reposicionar a la organización en medio de un debate cada vez más político y polarizado.
