Colombia cerró octubre con una inflación anual del 5,51 %, un leve aumento frente al 5,18 % registrado en septiembre, según el DANE. La cifra rompe la tendencia de desaceleración que venía observándose desde el primer semestre y plantea nuevos interrogantes sobre la velocidad del ajuste de precios. El incremento fue impulsado por mayores costos en alimentos, vivienda y servicios básicos, sectores que mantienen una presión sostenida sobre los bolsillos de los hogares.
El resultado, ligeramente superior a las expectativas del mercado, confirma que la inflación no ha cedido tan rápido como anticipaba el Banco de la República. Analistas consultados por Valora Analitik y Portafolio señalaron que, aunque el país está lejos de los picos de 2022, la persistencia de precios altos en rubros esenciales refleja una estructura inflacionaria más rígida de lo esperado. Esto sugiere que el margen para reducir tasas de interés sigue siendo limitado.
Desde la Unión Europea y organismos multilaterales se observa con atención la trayectoria inflacionaria de Colombia, una de las más estables de la región en 2025. Sin embargo, factores como la depreciación reciente del peso y los incrementos en servicios públicos han moderado los avances logrados. El Banco Central mantiene su tasa de política monetaria en 9,25 %, mientras evalúa los efectos de un entorno global aún incierto y con precios de materias primas volátiles.
Los alimentos, que pesan significativamente en el índice de precios al consumidor, fueron el componente que más contribuyó al repunte mensual. Le siguieron los servicios de energía y transporte, impactados por ajustes regulatorios y climáticos. El DANE reportó que la inflación mensual de octubre fue del 0,41 %, confirmando la presión estacional en la recta final del año, cuando aumenta la demanda de bienes y servicios.
Para los hogares colombianos, la persistencia de precios altos continúa erosionando el poder adquisitivo y limitando la recuperación del consumo. Los pequeños comercios y sectores de economía popular, que dependen de insumos básicos y energía, sienten con mayor fuerza los efectos del encarecimiento. A pesar de la estabilidad relativa en el empleo, los salarios reales aún no recuperan totalmente el terreno perdido durante el ciclo inflacionario anterior.
Los analistas proyectan que la inflación cierre 2025 entre 5,2 % y 5,4 %, lo que pospone la convergencia al rango meta del 3 % hasta 2026. Aunque el Gobierno destaca la estabilidad macroeconómica alcanzada, los retos en materia de productividad y costos energéticos seguirán marcando el debate. En un contexto de crecimiento moderado y tasas altas, la prioridad será consolidar una desinflación sostenible sin comprometer la dinámica de la economía interna.
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Economía

