Caza de ilusiones: cae red que enviaba mujeres colombianas y venezolanas a explotación sexual en Baréin


La historia parecía una promesa de escape económico: pasaporte sellado, tiquete pagado y la idea de un nuevo comienzo en Oriente Medio. Pero lo que empezó como un viaje “de oportunidad” terminó en un infierno de deudas, violencia y explotación sexual. Así operaba la red que fue desmantelada esta semana en Cali por unidades de la Dijín, donde fueron capturados dos ciudadanos venezolanos y un colombiano que, según la Fiscalía, reclutaban mujeres bajo engaño para enviarlas a Baréin.


Los detenidos fueron identificados como Keila Eddymar Strubinger Pelayo, Wluender Sneylbert Araque Rojas y Enrique Quijano Ramírez, señalados de ofrecer ayudas económicas, tiquetes aéreos, hospedaje y visados a mujeres jóvenes en situación de necesidad. Las víctimas, convencidas de que viajarían a Emiratos Árabes para trabajar legalmente, terminaban aterrizando en Baréin, donde otra parte de la red las esperaba para quitarles el pasaporte y someterlas a explotación sexual.


Según la investigación, al menos tres mujeres habrían sido engañadas entre julio de 2023 y octubre de 2025. Todas fueron obligadas a pagar una deuda de 10.000 dólares mediante prostitución forzada, bajo amenazas de ser denunciadas a las autoridades de ese país por ejercer trabajo sexual, lo que implicaría cárcel inmediata. La red operaba con precisión: captadores en Colombia, receptores en Baréin y un sistema de control basado en miedo, aislamiento y chantaje.


La Fiscalía imputó a los tres capturados por trata de personas y concierto para delinquir agravado, cargos que ninguno aceptó. Los dos ciudadanos venezolanos fueron enviados a centro carcelario, mientras que el colombiano deberá cumplir detención domiciliaria. Para los investigadores, este no es un caso aislado: se trata de una modalidad creciente de trata transnacional que utiliza el “viaje al Golfo” como fachada de explotación.


El esquema criminal es frío y repetitivo: las mujeres no viajan como migrantes irregulares, sino con documentos en regla, lo que reduce alertas migratorias. El engaño se activa al llegar: confiscación de pasaportes, imposición de deudas imposibles de pagar, encierro, vigilancia y sometimiento sexual. Todo bajo el argumento de que “deben pagar el favor” de haber sido llevadas al extranjero. Un delito de esclavitud moderna, legalizado a la fuerza.


Las autoridades lanzaron una advertencia urgente: la trata ya no se disfraza solo de falsas ofertas laborales en clubes o bares, sino de supuestos viajes de lujo, modelos digitales, “acompañantes VIP” y promesas de trabajo en países árabes. Las víctimas, en su mayoría, son mujeres jóvenes con necesidades económicas y redes familiares frágiles, atrapadas entre la ilusión de ascenso social y la maquinaria criminal del mercado sexual internacional.


Este caso, más que una captura, vuelve a poner una pregunta en la mesa: ¿cuántas mujeres siguen atrapadas hoy a miles de kilómetros, sin pasaporte, sin ayuda y sin nombre? La Fiscalía continuará la investigación para identificar a los receptores de las víctimas en Baréin y desmantelar la cadena completa. La historia no termina en el aeropuerto.

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