Milei logra sorprender en las elecciones parlamentarias: Argentina redefine su mapa político tras las legislativas

 


En un giro que redefine el equilibrio político de Argentina, el presidente Javier Milei y su partido La Libertad Avanza (LLA) obtuvieron una victoria contundente en las elecciones legislativas celebradas este domingo, con más del 40 % de los votos, según datos oficiales difundidos por la Cámara Nacional Electoral. El resultado otorga al mandatario libertario un mayor control del Congreso y refuerza su plan de reformas económicas radicales, en medio de una economía debilitada y una sociedad profundamente dividida.


Con la renovación de 127 de los 257 escaños en la Cámara de Diputados y 24 de los 72 del Senado, el oficialismo logró avanzar en su objetivo de ampliar su base parlamentaria. Aunque no alcanza la mayoría absoluta, los resultados le permiten acercarse a acuerdos con bloques menores para impulsar el ambicioso paquete de reformas conocido como la “Ley Ómnibus”, que incluye privatizaciones, desregulación del mercado laboral y recorte del gasto público.


El triunfo de Milei representa una validación política en un momento en que su gobierno enfrentaba el escepticismo de sectores sociales por el impacto de los ajustes fiscales. La inflación —aún por encima del 110 % interanual—, la pérdida del poder adquisitivo y las protestas sindicales no bastaron para erosionar su capital político. Por el contrario, la narrativa de “orden, austeridad y libertad económica” caló con fuerza entre votantes urbanos y jóvenes que ven en Milei un disruptor del sistema político tradicional.


Analistas locales interpretan el resultado como un voto de confianza condicionado: un respaldo al liderazgo personal del presidente más que a la estructura partidaria de La Libertad Avanza. “Los argentinos no están entusiasmados con el modelo libertario, pero confían en que Milei puede romper un ciclo de frustraciones políticas que dura décadas”, explicó el politólogo Santiago Fioriti, de la Universidad Torcuato Di Tella.


En el plano internacional, la victoria refuerza la posición de Milei ante los mercados y socios estratégicos como Estados Unidos, que han seguido con atención su política de liberalización. Funcionarios del Tesoro estadounidense y del Fondo Monetario Internacional señalaron que el resultado electoral podría facilitar la implementación de los compromisos fiscales pendientes, considerados cruciales para estabilizar la economía argentina.


Sin embargo, la jornada electoral también dejó alertas. La participación, cercana al 66 %, fue la más baja desde el retorno de la democracia en 1983, un síntoma de apatía y desconfianza institucional. En las calles de Buenos Aires y Rosario, manifestantes opositores acusaron al gobierno de “legislar para los ricos” y exigieron mayor atención a las políticas sociales. El desafío para Milei será sostener la legitimidad de su proyecto sin agudizar la fractura social.


El nuevo Congreso argentino, más fragmentado pero inclinado hacia la derecha, entra en funciones con un escenario inédito: un presidente que combina apoyo popular y rechazo visceral en partes iguales. La incógnita es si esa dualidad permitirá gobernabilidad o si la tensión entre calle y Parlamento terminará definiendo el pulso de la política argentina en los próximos dos años.


“Argentina está viviendo una revolución silenciosa”, escribía anoche el diario La Nación. Para sus defensores, Milei encarna la ruptura con la vieja política; para sus críticos, una amenaza a la democracia liberal. Lo cierto es que, tras estas elecciones, el país vuelve a colocarse en el centro del debate regional sobre los límites del populismo económico y el poder del voto de protesta.

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