En un mundo donde los “comunicadores” nacen con un anillo de luz y un micrófono USB, José Gámez López es una especie en vías de extinción: un periodista que aún cree en el poder de una buena historia, contada con ética y calle. Fundó Gacetas de Colombia hace más de cuarenta años, cuando publicar algo implicaba tinta, rodillos y un teléfono fijo, y todavía sigue ahí, dándole vida a uno de los medios más persistentes del país.
Dicen que lo suyo es una mezcla rara de locura creativa y disciplina de relojero. Publicista, fotógrafo, comunicador y, sobre todo, curioso, Gámez ha sido testigo del cambio de era: pasó del plomo tipográfico al clic digital sin perder la mirada analógica. En su cuenta de Instagram, entre retratos y campañas, deja claro que su trabajo no es pose: es compromiso.
En los ochenta —cuando el oficio aún olía a cigarrillo y papel— apostó por construir una prensa que hablara de los invisibles, de la gente común, de los que no salían en portada. Así nació Gacetas de Colombia, una plataforma que terminó conectando periodistas de todo el país y que, cuatro décadas después, sigue viva gracias a la terquedad de su fundador.
A Gámez le gusta definirse con una ecuación: Periodismo + Fotografía + Humanidad = Comunicación real. Y si uno lo escucha, entiende por qué. Su tono es pausado pero firme, de quien ha visto pasar modas, gobiernos y algoritmos sin perder la fe en contar lo que importa.
Hoy, desde su oficina —que parece más un museo de cámaras, portadas y recortes que un despacho— sigue hablando de comunicación con la misma pasión del primer día. En tiempos de titulares vacíos y noticias fugaces, José Gámez López recuerda que el periodismo, cuando se hace con corazón, sigue siendo un acto de resistencia.