“Ecos, Mesopotamia: refugio de amor”: Una exposición que transforma la memoria en semilla de paz

 


Entre el 28 de octubre y el 28 de noviembre, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) invita al público bogotano a recorrer los caminos del Oriente antioqueño sin salir de la ciudad. La exposición fotográfica «Ecos, Mesopotamia: refugio de amor», instalada en la plazoleta del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR), propone un viaje emocional por la historia, la resistencia y la dignidad campesina de una comunidad que se negó al silencio.


La muestra, que se inaugura el martes 28 de octubre a las 4:30 p. m., surge como un canto a la vida en medio del conflicto. A través de un montaje inmersivo, la exposición abre un espacio de encuentro entre la memoria rural y la sensibilidad urbana, recordando que los ecos del campo aún resuenan en los rincones de la capital. Su narrativa, tejida entre imágenes y testimonios, propone mirar la violencia no desde la herida, sino desde la fortaleza de quienes supieron resistirla con amor.


Concebida como “un susurro del campo que viaja al corazón de Bogotá”, la propuesta artística invita al diálogo y la sanación colectiva. Los visitantes encontrarán retratos, paisajes y objetos que cuentan una historia de despojo y retorno: casas derruidas convertidas en refugio, fragmentos de armas transformados en herramientas, cruces en los caminos que se han vuelto símbolos de esperanza. Cada elemento encarna el espíritu de un territorio que, lejos de resignarse al olvido, cultiva la paz como si fuera una semilla viva.


La exposición no solo documenta, sino que reinterpreta la memoria desde la ternura y la resistencia. “Ecos, Mesopotamia” muestra los rostros de mujeres y hombres que reconstruyeron su vida en el corregimiento tras los años más duros del conflicto armado, resignificando la tierra, la fe y los afectos. En su recorrido, el visitante no solo observa: participa de un acto de reconocimiento y reconciliación.


El CNMH subraya que la iniciativa busca dignificar a las comunidades rurales que fueron víctimas del conflicto y, a la vez, protagonistas de su reconstrucción social. La exposición propone comprender la paz no como un logro concluido, sino como un proceso en constante cultivo: “una siembra que florece con dignidad y amor”, como señalan sus curadores.


“Cada imagen es un testimonio de arraigo y una declaración de futuro”, expresan los organizadores. En este sentido, «Ecos, Mesopotamia: refugio de amor» es también un llamado a los visitantes a cuidar la memoria colectiva y a reconocer en ella el terreno fértil de una reconciliación nacional. La paz, recuerdan, “como la tierra, debe cultivarse con amor y memoria”.

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