Boyacá sigue celebrando su alma campesina en el FICC 2025: arte, memoria y tradición en movimiento

 


El corazón de Boyacá late más fuerte durante el Festival Internacional de la Cultura Campesina (FICC), una celebración que une las voces del campo, la academia y el arte en un diálogo de saberes y creatividad. Desde Tunja hasta Sogamoso y Paipa, el evento ha tejido una red de experiencias donde la literatura, el patrimonio, el cine, el teatro, la danza y el circo se convierten en lenguajes de identidad y resistencia. En su edición 2025, el FICC reafirma que la cultura campesina es semilla y raíz de la nación.

La jornada literaria abrió un espacio para la imaginación y la palabra. En el Colegio San Viator, la escritora mexicana Karina Sosa guió a jóvenes boyacenses en un taller sobre la creación desde la sensibilidad, mientras que Jennifer Vanessa Cristancho, desde Tunja, presentó una propuesta audiovisual que exaltó el valor de las raíces. El Colectivo Huracán ofreció una muestra comercial en Comfaboy, y la agenda cerró con un conversatorio sobre narración gráfica liderado por Luis Carlos Roa y Duván Camilo Rojas, quienes recordaron que el arte es también reflejo del territorio.

El componente académico y patrimonial del FICC fue un homenaje al conocimiento tejido con las manos. Fabio Leonardo Mesa, de Sogamoso, inauguró las conferencias con una charla sobre los telares campesinos como patrimonio vivo, seguido de ponencias que evocaron la memoria culinaria y artesanal de Ráquira, Miraflores y Duitama. La mexicana Rocío Ramírez amplió el panorama internacional con su reflexión sobre la tradición y cultura en los pueblos de indios de México, mientras que investigadores como Aina Serrana Espases y Ilona Murcia abordaron la preservación de los paisajes culturales y territorios bioculturales, reforzando la importancia de proteger la herencia viva del campo.

El cine también encontró su espacio en el Cinema Boyacá, donde se estrenó el largometraje “Entre 2 aguas”, dirigido por Carlos Gabriel Vergara, con la participación de Enrique Poveda. La producción exploró el conflicto del agua en los territorios rurales y fue aplaudida por su mirada crítica y poética. Además, el director Carlos Smith dictó un taller de animación para estudiantes, y Hugo Andrés Quintero, consejero de cine del Tolima, compartió claves sobre distribución audiovisual alternativa, consolidando al FICC como un escenario para la formación y la creación.

En el ámbito teatral, el FICC brilló con obras que emocionaron al público boyacense. La Plaza de Bolívar de Tunja fue escenario de “Retablos de mujer al filo de la muerte”, mientras que en el Teatro Mayor Bicentenario se presentó “Perderse, una visita a La Vorágine”, un montaje poético sobre la condición humana. En Sogamoso, “Aguanilé” llenó de música y energía el teatro local. Jenny Cupasachoa, directora del FICC, destacó la asistencia de más de 640 personas y subrayó la acogida que ha tenido el teatro en el público del departamento.

La danza, expresión viva del espíritu campesino, tiñó de color y movimiento los escenarios de Tunja, Ventaquemada y Nobsa. Delegaciones de Panamá, Argentina y México compartieron su arte con agrupaciones locales, generando un intercambio cultural que celebró las raíces comunes. El cierre, con el Ballet Folclórico Fresnillo de México, convirtió al Teatro Mayor Bicentenario en una fiesta de identidad y orgullo boyacense.

El circo, por su parte, dibujó sonrisas en toda la región. En Sogamoso, el argentino Luis María “El Loco” Bruscaofreció el taller “El Cuerpo Creativo”, invitando a explorar la emoción y el movimiento como parte del arte de vivir. En Chiquinquirá, el artista León presentó su espectáculo “Enreudarte”, mientras que en Tunja, el payaso Javito Clown llenó la Plaza de Bolívar de humor, ternura y malabares, recordando que la risa también es una forma de resistencia cultural.

Así, el FICC 2025 continúa consolidándose como una plataforma de encuentro entre generaciones, territorios y saberes. Más allá de las tablas, los libros o las pantallas, el festival es una celebración del alma campesina que da sentido a Boyacá y a Colombia. En cada aplauso y cada palabra se entreteje la certeza de que la cultura sigue siendo el mejor camino para reconocer quiénes somos y hacia dónde vamos.

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