Alexander Bermúdez: el guardián del sabor en el icónico Piqueteadero Don Jorge de Kennedy

En el corazón del sur de Bogotá, donde la fritanga es símbolo de encuentro y orgullo popular, el Piqueteadero Don Jorge sigue siendo un emblema de sabor, tradición y familia. Desde hace más de cuatro décadas, este lugar mantiene viva la esencia del buen comer bogotano, y hoy lo hace bajo la dirección de Alexander Bermúdez, heredero del legado fundado por su padre, don Jorge Bermúdez, uno de los pioneros de la gastronomía popular en Kennedy.


El restaurante, ubicado en la Avenida Villavicencio #78n-04, nació de la constancia de Jorge Bermúdez y su esposa, doña Ana Cristina Ramírez, quienes comenzaron con un pequeño puesto de papa en la plaza de mercado local. Con esfuerzo y dedicación, ese modesto negocio se transformó en 1977 en uno de los referentes gastronómicos más reconocidos de la capital: un espacio donde el olor a chicharrón, bofe, rellena y gallina criolla anuncia una experiencia tan tradicional como entrañable.


Bajo el liderazgo de Alexander Bermúdez, Don Jorge ha logrado adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su identidad. El actual administrador no solo defiende las recetas de antaño, sino que ha modernizado el restaurante con mejores prácticas sanitarias, presencia en plataformas digitales y un compromiso social con la comunidad. “La fritanga no es solo comida; es unión, alegría y cultura. Aquí vienen familias completas a compartir lo que somos como colombianos”, ha expresado Bermúdez en diversas entrevistas.


El restaurante ha sido protagonista de iniciativas como el Fritanga Fest, evento organizado por la Alcaldía de Bogotá que reúne a los mejores exponentes del plato típico. En sus más recientes ediciones, Don Jorge ha liderado las ventas con miles de platos servidos, ratificando su posición como un referente indiscutible del sabor popular. Su éxito no se mide solo en cifras, sino en el cariño de los comensales que lo consideran parte del paisaje emocional de la ciudad.


Durante los momentos más difíciles de la pandemia, Alexander Bermúdez demostró su capacidad de resiliencia. Con las puertas cerradas y más de 800 clientes menos por día, el negocio se reinventó con domicilios y servicios personalizados para sostener al equipo de trabajo, muchos de ellos con décadas de experiencia en la casa. “Lo más duro fue no poder ver a la gente, pero el apoyo de nuestros clientes nos mantuvo vivos”, recordó en una nota publicada por Semana.


Más allá del éxito comercial, el piqueteadero se ha convertido en un símbolo cultural. En sus mesas se mezclan generaciones, clases sociales y acentos, todos unidos por el sabor de una fritanga hecha con alma. Su ambiente festivo, con música tradicional y atención cercana, conserva el espíritu de barrio que lo ha convertido en punto obligado para turistas y locales. Cada plato servido allí es una historia, una costumbre transmitida de padres a hijos.


Hoy, Alexander Bermúdez lidera con una visión clara: mantener viva la tradición sin dejar de innovar. Su reto es hacer que el legado de Don Jorge trascienda, incorporando sostenibilidad, calidad y promoción del producto local. Además, busca fortalecer alianzas con eventos gastronómicos y plataformas culturales que reconozcan la importancia de la comida popular como patrimonio inmaterial de la capital.


El Piqueteadero Don Jorge no es solo un restaurante: es una institución del sabor bogotano. Gracias a la labor de Alexander Bermúdez, este espacio continúa siendo el mejor ejemplo de cómo la tradición, la familia y la pasión por la cocina pueden construir una marca que representa el alma del pueblo colombiano.

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