Un llamado a la responsabilidad: pirotecnia consciente para una Navidad segura en Colombia

 


La temporada decembrina en Colombia está marcada por celebraciones, reuniones familiares y tradiciones profundamente arraigadas. Entre ellas, el uso de la pirotecnia se ha convertido en un elemento recurrente, iluminando cielos y generando emociones. Sin embargo, este ritual también ha traído consecuencias lamentables para cientos de familias, desde quemaduras hasta emergencias hospitalarias. Por ello, hoy más que nunca, el llamado es claro: usarla con responsabilidad.


El uso responsable de la pirotecnia implica entender que estos artefactos son productos de riesgo que deben emplearse únicamente por manos expertas. Encenderlos sin conocimiento técnico puede traducirse en accidentes fatales que marcan la vida de una persona para siempre. Cada década, las cifras permiten ver cómo estos riesgos no disminuyen si no se acompaña la festividad con conciencia. La pirotecnia no puede ser tratada como un juguete ni como una extensión de la celebración sin control.


Las autoridades de salud han advertido que durante diciembre y enero se disparan los ingresos a urgencias por quemaduras, afectando principalmente a menores de edad. Los niños y niñas, especialmente, no deben estar expuestos a manipular estos elementos, ni siquiera bajo supervisión. El llamado es contundente: la pirotecnia es para uso profesional, no para entretenimiento infantil. Cada padre y madre debe entender que un segundo de descuido puede convertirse en una tragedia irreparable.


Usar pirotecnia responsablemente implica además elegir solo productos certificados y adquiridos en establecimientos formales. La informalidad sigue siendo una de las mayores amenazas, pues artículos fabricados sin control pueden explotar de manera imprevista y generar lesiones graves. En Colombia, aún existen vendedores callejeros que ofrecen pólvora con total desconocimiento de sus riesgos. La prevención empieza por saber de quién se compra.


Otro componente clave para un uso responsable es considerar el impacto en la comunidad y el entorno. Las explosiones afectan a personas con condiciones de salud, niños neurodivergentes, personas mayores y animales domésticos. Asumir la responsabilidad ciudadana es entender que nuestros actos repercuten en los demás. Nadie debe ser obligado a sufrir dolor o ansiedad en nombre de una celebración. La empatía es un valor que protege vidas.


Campañas pedagógicas se han intensificado en los últimos años con mensajes orientados a priorizar alternativas seguras. Shows profesionales autorizados por alcaldías, espectáculos de luces sin detonación y actividades familiares sin pólvora han surgido como nuevas maneras de festejar. Esto demuestra que la cultura puede transformarse sin perder la magia de diciembre. La responsabilidad colectiva hoy es avanzar en esa ruta.


Cada ciudadano tiene un papel en la reducción de cifras de quemados por pólvora. Informar, denunciar puntos ilegales y promover un diciembre libre de riesgos es parte del deber social que acompaña a toda festividad. No basta con decidir no usar pirotecnia: también es clave ayudar a que las comunidades tomen decisiones más conscientes. La prevención no es individual, es un compromiso colectivo.


La verdadera esencia de la Navidad no requiere estallidos para ser sentida. El brillo está en los abrazos, en las mesas compartidas y en la vida que sigue intacta al finalizar el año. Por eso, promover el uso responsable de la pirotecnia no es una imposición: es una declaración de amor por la vida y la familia.

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