Cuarenta años de la tragedia que marcó la historia del país, la memoria de las víctimas de Armero sigue encendida. La noche del 13 de noviembre, minutos antes de la hora exacta en que la avalancha arrasó el pueblo, sobrevivientes, familiares y habitantes se reunieron en las ruinas de la antigua ciudad, donde alguna vez se levantó la iglesia San Lorenzo, para rendir un homenaje cargado de silencio, arte y esperanza.
El lugar, convertido en símbolo de resistencia y duelo, se iluminó con cientos de velas dispuestas al estilo “Candlelight”, mientras los presentes guardaban un minuto de silencio en honor a las más de 25.000 víctimas. La danza contemporánea “Tremor”, interpretada por la Compañía Sariri, abrió la ceremonia evocando el movimiento de la tierra y el renacer de los cuerpos-territorio armeritas, en una puesta en escena que conjugó fragilidad y fuerza.
El acompañamiento musical estuvo a cargo del Cuarteto Ámbar, integrado por cuatro músicas egresadas del Conservatorio del Tolima, quienes interpretaron piezas como Reclamo a Dios de Silva y Villalba, Ojalá de Silvio Rodríguez y La vie en rose de Édith Piaf. Las notas de los violines y el chelo recorrieron las ruinas, mezclándose con los recuerdos y las lágrimas de quienes regresaron a ese espacio sagrado de la memoria.
El cierre de la velatón estuvo a cargo del trompetista Edgar Bustos, músico de Armero-Guayabal, quien interpretó una marcha fúnebre que se extendió en la noche como un eco persistente del duelo colectivo. Las luces LED y las velas formaron una constelación sobre las piedras, mientras los asistentes alzaban sus miradas hacia el cielo oscuro del Tolima, buscando entre las sombras la promesa del renacer.
“Que su resplandor, que no se apaga, sea símbolo de esperanza y de unidad”, expresaron los jóvenes de la agrupación Jóvenes Independientes, conformada por hijos y familiares de sobrevivientes. Con palabras profundas, recordaron que la tragedia de Armero no solo dejó dolor, sino también un legado de amor y solidaridad que trasciende generaciones.
El acto, organizado por la Gobernación del Tolima, la Alcaldía de Armero-Guayabal y la Secretaría de Cultura, contó con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. La ceremonia fue concebida como un espacio de encuentro entre la memoria, el arte y la sanación, reafirmando que recordar también es una forma de reconstruir la vida.
La jornada se replicará los días 14 y 15 de noviembre en los municipios de Lérida y Armero-Guayabal, donde nuevas generaciones rendirán tributo a las víctimas a través de actividades culturales, exposiciones, música y danza. Cada acto busca mantener viva la memoria colectiva y reconocer la fuerza de un pueblo que no se resigna al olvido.
Cuarenta años después, Armero sigue hablándole al país con la voz de la tierra y el brillo de las velas. Entre ruinas y flores, entre lágrimas y canciones, el mensaje resuena: no los olvidamos. Su luz —la de quienes partieron y la de quienes resisten— permanece viva en la memoria de Colombia.
