En Colombia, la desigualdad en el acceso al agua potable sigue siendo uno de los retos más graves para la salud pública. Mientras en las áreas urbanas el 56% de los municipios cuenta con agua apta para el consumo humano, en las zonas rurales la cifra es de apenas 9,7%, según datos de 2024 del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio. Esta brecha limita el desarrollo, expone a las comunidades a enfermedades prevenibles y profundiza las desigualdades territoriales.
Ante este panorama, el programa global Agua Limpia para los Niños de Procter & Gamble (P&G) se ha consolidado como una iniciativa determinante para reducir la brecha hídrica. En 2025, la organización celebra 20 años de operación con un logro histórico: 25 mil millones de litros de agua potable entregados en 93 países. En Colombia, el programa ha impactado a más de 100.000 personas, llevando soluciones efectivas y sostenibles a comunidades vulnerables.
Desde su llegada al país en 2009, el programa ha destacado por su tecnología de sobres purificadores, capaces de replicar una planta de tratamiento en un sobre de cuatro gramos. A través de un proceso de coagulación, floculación y desinfección, una familia puede transformar 10 litros de agua contaminada en agua potable en solo 30 minutos. Esta solución ha llegado a más de cinco departamentos, permitiendo a miles de hogares acceder a agua segura sin depender de infraestructura compleja.
Además de los sobres purificadores, la iniciativa ha impulsado proyectos de infraestructura hídrica y educación comunitaria que fortalecen la sostenibilidad del acceso al agua limpia. Departamentos como La Guajira, Sucre, Bolívar, Chocó, Nariño y Norte de Santander han recibido intervenciones que incluyen filtros comunitarios, rehabilitación de tanques, capacitación en manejo seguro del agua y acompañamiento a líderes locales para asegurar la continuidad del servicio.
Un caso reciente se registró en La Guajira, donde el programa instaló cinco filtros comunitarios con capacidad para purificar 1.200 litros diarios de agua. Esta intervención benefició directamente a 714 niñas, niños y adolescentes, además de 786 adultos. También se rehabilitaron cinco tanques de concreto con una capacidad total de 95 m³, garantizando un suministro más estable y confiable para las familias wayuu y otras comunidades locales afectadas por la escasez hídrica.
Los avances del programa han sido posibles gracias a un trabajo articulado entre ONG, entidades públicas, organizaciones sociales y comunidades locales. Las alianzas han demostrado que el acceso al agua segura requiere corresponsabilidad, colaboración e innovación para llegar a zonas donde la cobertura hídrica sigue siendo limitada. Este modelo ha permitido que la iniciativa se expanda y responda a contextos diversos y de alta vulnerabilidad.
Para Mónica Fernández de Soto, directora de Asuntos Corporativos de P&G para el Clúster Pacífico, los 20 años del programa representan un punto de avance, pero también un llamado a seguir profundizando la labor. “Queremos llegar a más territorios, innovar en nuestras soluciones y sumar actores que compartan nuestra convicción de que el acceso al agua limpia debe ser un derecho garantizado y no un privilegio”, afirmó. Su mensaje subraya la urgencia de sostener esfuerzos conjuntos en el país.
Finalmente, en regiones donde el acceso al agua potable continúa siendo un desafío crítico, iniciativas como esta pueden reducir de manera significativa el riesgo de enfermedades diarreicas y afecciones gastrointestinales, especialmente en niños menores de cinco años. Con soluciones accesibles, educación comunitaria y alianzas estratégicas, programas como Agua Limpia para los Niños contribuyen a mejorar la salud, la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo de miles de familias colombianas.
