Japón vivió hoy un momento histórico con la elección de Sanae Takaichi como la primera mujer en convertirse en primera ministra del país. La veterana política del Partido Liberal Democrático (PLD) fue respaldada por una nueva coalición con el partido Japan Innovation (Ishin), tras la ruptura del tradicional acuerdo con Komeito. Su nombramiento marca un hito simbólico en una nación donde el poder político ha estado casi exclusivamente en manos de hombres.
Takaichi, de 64 años, sucederá al primer ministro saliente Shigeru Ishiba y asumirá el liderazgo en un contexto político y económico complejo. En su discurso ante la Dieta Nacional, prometió “fortalecer la defensa nacional, revitalizar la economía y mantener el espíritu de unidad que define a Japón”. Economista de formación y protegida del fallecido ex primer ministro Shinzo Abe, Takaichi representa la continuidad del ala conservadora más firme dentro del PLD.
Su elección llega tras semanas de intensas negociaciones internas y externas. El pacto con Ishin permitió asegurar la mayoría parlamentaria necesaria, aunque analistas advierten que se trata de una alianza frágil que exigirá grandes dosis de pragmatismo. Según medios japoneses, Takaichi ya inició conversaciones con líderes regionales para garantizar estabilidad política y evitar elecciones anticipadas.
En materia económica, la nueva primera ministra enfrenta enormes desafíos: un yen debilitado, inflación creciente y un mercado laboral envejecido. Los mercados recibieron su victoria con optimismo; el índice Nikkei subió más del 3 %, reflejando la expectativa de continuidad en las políticas de estímulo económico conocidas como “Abenomics”. Sin embargo, Takaichi prometió un enfoque “más social” que impulse la productividad y reduzca las brechas salariales.
A nivel internacional, Takaichi deberá equilibrar las relaciones con Estados Unidos y las tensiones históricas con China y Corea del Sur. En su primer mensaje diplomático, afirmó que Japón “defenderá la paz en la región Asia-Pacífico y reforzará su papel como aliado estratégico de Occidente”. Su llegada al poder coincide con un escenario geopolítico delicado, marcado por el fortalecimiento militar chino y el debate sobre la autonomía defensiva japonesa.
Pese a la relevancia de su elección, la figura de Takaichi genera debate entre los sectores progresistas. Si bien se celebra su llegada como un avance en la igualdad de género, sus posturas conservadoras —opuesta al matrimonio igualitario y al cambio de apellido tras el matrimonio— han despertado críticas de grupos feministas. De los 19 ministros de su gabinete, apenas dos serán mujeres, lo que modera el entusiasmo entre los defensores de la paridad.
Con su ascenso, Japón rompe una barrera de siete décadas de liderazgo masculino y se suma a la lista de potencias asiáticas dirigidas por mujeres. Sin embargo, los próximos meses pondrán a prueba su capacidad para consolidar una coalición sólida, sostener el crecimiento económico y proyectar liderazgo global. En palabras de la propia Takaichi, “hoy Japón cambia una página de su historia, pero el verdadero desafío comienza mañana”.
