En una decisión que refleja tanto urgencia como estrategia, el presidente Gustavo Petro está cerca de designar al general (r) William Rincón Zambrano como nuevo director de la Policía Nacional, en lo que constituye el cuarto relevo en la cúpula policial desde que inició su gobierno. La medida, según el Ejecutivo, busca “recuperar la confianza y corregir fallas profundas” dentro de una institución clave para la seguridad del país.
El general Rincón, un oficial de carrera con más de tres décadas de servicio, regresa del retiro para asumir el mando de una fuerza que atraviesa un momento crítico. Durante su trayectoria, se desempeñó como Inspector General, director de Carabineros, y comandante en varios departamentos, posiciones que le otorgaron experiencia tanto en el control interno de la Policía como en operaciones en territorio.
Su retorno es interpretado por analistas como un intento del gobierno por equilibrar dos necesidades urgentes: reformar una estructura desgastada y garantizar continuidad operativa frente a los desafíos crecientes de seguridad urbana, crimen organizado y pérdida de credibilidad pública.
“Se necesita alguien con autoridad técnica, no política”, comentó un exoficial en retiro, en diálogo con El Tiempo. “Rincón representa precisamente eso: disciplina, prudencia y conocimiento del cuerpo policial”.
El contexto de su nombramiento no podría ser más complejo. En apenas tres años, el presidente Petro ha reemplazado a cuatro directores, un reflejo de la dificultad de estabilizar una fuerza sometida a presiones políticas, protestas sociales y crisis internas. Cada cambio ha sido presentado como el inicio de una nueva etapa, pero los resultados en materia de confianza ciudadana siguen siendo esquivos.
A su experiencia profesional se suma una dimensión personal que ha generado empatía y respeto dentro y fuera de la institución. En noviembre de 2024, el hijo del general, Juan Felipe Rincón, fue asesinado en Bogotá. Desde entonces, el oficial ha hablado públicamente del dolor de perder a un ser querido por la violencia y de su compromiso con una Policía más humana, enfocada en la prevención y la justicia.
Ese episodio, profundamente personal, ahora acompaña su retorno al servicio activo. Fuentes cercanas al Palacio de Nariño aseguran que el presidente Petro considera esa vivencia como un elemento que podría “reconectar a la institución con la sociedad civil”, un objetivo que ha repetido en varios discursos.
Rincón, abogado y especialista en seguridad, es descrito por sus colegas como un oficial de carácter sereno, de perfil bajo, que evita los reflectores. Su estilo contrasta con el de anteriores directores: no es un estratega mediático ni un vocero carismático, sino un administrador de estructuras y un conductor silencioso de procesos.
Entre sus principales retos figuran la implementación de la Policía de Proximidad, la reducción de los excesos en procedimientos, y la modernización de los sistemas de control interno. También deberá navegar las tensiones entre el Gobierno y algunos sectores del cuerpo uniformado que aún miran con recelo las reformas propuestas desde la Presidencia.
El general Rincón Zambrano asume el mando en un país donde el uniforme policial simboliza tanto orden como desconfianza. Su tarea, según coinciden expertos, no será solo mantener la seguridad, sino reconstruir la legitimidad de una institución que durante años ha cargado con el peso de la desafección ciudadana.
En su regreso, el veterano oficial parece encarnar la paradoja de una Colombia que exige justicia, pero que aún busca reconciliarse con quienes la representan. Si logra hacerlo, su nombre podría marcar el punto en que la Policía dejó de ser parte del problema y volvió a ser parte de la solución.
