En un momento histórico donde la inteligencia artificial redefine la manera en que vivimos, aprendemos y trabajamos, los desafíos éticos y humanos se vuelven tan importantes como los avances tecnológicos. En el marco de la presentación del informe “Inteligencia Artificial y la empleabilidad del futuro”, elaborado por la consultora GAD3 para Planeta Formación y Universidades, tuve la oportunidad de conversar con Narciso Michavila, presidente y fundador de GAD3, una de las voces más influyentes en el análisis social y educativo en el mundo hispano.
Durante esta conversación exclusiva con el director de Revista Impacta Jhonatan Rojas Ahumada, Michavila reflexionó sobre el papel que juega Colombia en la adopción de tecnologías basadas en IA y sobre cómo esta herramienta está transformando la estructura laboral y formativa de sectores clave como la educación, la empresa y, en especial, la salud. Según el informe, este último es uno de los campos con mayores desafíos para integrar la inteligencia artificial de forma efectiva y ética, no solo por las limitaciones técnicas, sino también por la necesidad de confianza y capacitación del personal médico.
Con la serenidad del analista y la precisión del investigador, Michavila sostiene que el éxito de la inteligencia artificial no radica en su capacidad para reemplazar al ser humano, sino en su poder para potenciarlo. En sus palabras, el reto de los próximos años será convertir la curiosidad tecnológica de los colombianos en formación profesional de calidad y políticas sostenibles que pongan a la persona —no a la máquina— en el centro del cambio.
Director Impacta. El informe sobre inteligencia artificial y empleabilidad del futuro muestra un crecimiento acelerado en el uso de IA en Colombia. ¿Cómo interpreta usted ese avance?
Narciso Michavila. Es una señal de madurez tecnológica. Colombia ha pasado de ver la IA como una curiosidad a entenderla como una herramienta de productividad y competitividad. En comparación con Europa, los colombianos muestran una apertura mucho más optimista: el 95 % conoce alguna aplicación y cerca del 70 % ya la usa en su trabajo. Eso habla de un país curioso, propositivo, pero que aún necesita traducir ese entusiasmo en formación formal y estrategias empresariales sólidas.
D.I. ¿Por qué considera que el sector salud enfrenta los mayores desafíos en la adopción de IA?
N.M. Porque es el ámbito donde la tecnología toca directamente la vida humana. La IA puede ayudar a diagnosticar con precisión, reducir tiempos de espera o personalizar tratamientos, pero también exige estándares éticos y de seguridad altísimos. En países como Colombia, el reto no es solo técnico, sino estructural: garantizar datos de calidad, interoperabilidad entre sistemas y capacitación del personal médico. No podemos hablar de inteligencia artificial sin hablar antes de confianza.
D.I. En el estudio se percibe una brecha entre el deseo de formación y la oferta existente. ¿Cómo se debería cerrar ese vacío?
N.M. El 7 % de los trabajadores colombianos recibe formación en IA dentro de su empresa. Es muy poco. Las organizaciones deben entender que capacitar no es un gasto, sino una inversión estratégica. Los gobiernos y las universidades tienen que actuar en red, generando programas sectoriales —por ejemplo, IA aplicada a la salud pública, a la gestión hospitalaria o a la investigación clínica—. Solo así convertiremos la curiosidad de los profesionales en competencia real y sostenible.
D.I. ¿La IA pone en riesgo empleos en salud o los transforma?
N.M. Los transforma. Ninguna máquina reemplazará la empatía, la intuición o la capacidad de cuidado del ser humano. Lo que hace la IA es redistribuir las tareas: automatiza procesos repetitivos para que el personal sanitario se concentre en lo verdaderamente humano. Pero si no formamos a los profesionales en su uso, sí habrá desplazamiento. La clave está en acompañar la tecnología con reconversión laboral, ética aplicada y liderazgo institucional.
D.I. Finalmente, ¿qué horizonte visualiza para Colombia y América Latina en la integración de la IA?
N.M. Si el continente logra invertir en educación digital y gobernanza ética, la IA será un acelerador de equidad. Colombia tiene talento, creatividad y una enorme capacidad de adaptación; lo que falta es coherencia entre lo público y lo privado. Este informe es una fotografía del presente, pero también una invitación a construir el futuro: uno donde la inteligencia artificial complemente la humana y amplíe las oportunidades, especialmente en sectores sensibles como la salud.

