El crecimiento de Abelardo De La Espriella en el escenario político colombiano no es producto de la casualidad ni de estrategias superficiales. Su ascenso en las mediciones de opinión refleja un fenómeno que él mismo define como una “contrarrevolución” que se enciende en las calles, en las redes y, sobre todo, en el corazón de miles de ciudadanos que están cansados de la política de siempre.
Con un estilo directo, que evita los eufemismos y las fórmulas gastadas de la vieja política, De La Espriella se ha posicionado como un referente de quienes buscan un cambio real. “No vine a ser políticamente correcto. Vine a salvar y a reconstruir la patria”, enfatizó, dejando claro que su propósito va mucho más allá de un proyecto personal.
El líder de Defensores de la Patria se reconoce como el verdadero outsider, alguien que no proviene de las maquinarias ni de los acuerdos oscuros, sino que se abre camino con la fuerza de sus convicciones y el respaldo ciudadano.
Esa autenticidad, según él, es la razón por la cual su voz está logrando eco en todo el país porque habla claro, porque no se arrodilla y porque su mensaje conecta con el sentir de la gente común.
De La Espriella sostiene que su liderazgo se fundamenta en dos ejes complementarios. Por un lado, el abrazo a los colombianos que sienten que han sido olvidados por el Estado; por otro, la decisión de enfrentar con firmeza a quienes delinquen y dañan a la nación.
Sin duda es esa combinación de cercanía y determinación es la que lo diferencia de la oferta política tradicional.
El precandidato no duda en describir el momento actual como un punto de inflexión histórico para Colombia. “Lo que ven es lo que hay. Soy coherente y no tengo máscaras”, afirmó, subrayando que su campaña está construida sobre una trayectoria en la que ha defendido la institucionalidad y la justicia, incluso en los escenarios más adversos.
A medida que su mensaje se expande, Abelardo De La Espriella insiste en que el crecimiento de su proyecto se mide con el despertar de una ciudadanía que quiere recuperar la confianza en el país. “Esta es la contrarrevolución de la gente decente, de los que trabajan y sueñan con un futuro mejor”, ha reiterado.
En un panorama donde muchos se sienten desencantados con los políticos tradicionales, su figura se consolida como una alternativa que combina firmeza, autenticidad y una visión clara: devolverle a Colombia la esperanza perdida.
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