Alcalde de Bogotá Carlos Fernando Galán pide protestas pacíficas y lanza mensaje directo al presidente Petro

 

Foto tomada de Oficna de Prensa - Alcaldía de Bogotá 

En vísperas de las manifestaciones convocadas por el presidente Gustavo Petro en Bogotá, el alcalde Mayor Carlos Fernando Galán envió un mensaje categórico: las calles deben ser escenario de expresión democrática, no de violencia. Desde el Palacio Liévano, Galán llamó a garantizar la convivencia y a proteger los derechos de todos los ciudadanos —tanto de quienes se manifiestan como de quienes deciden no hacerlo—, subrayando que el orden y la seguridad son condiciones indispensables para la participación política.


El alcalde reconoció el derecho constitucional a la protesta, pero recordó que este no puede desbordarse en hechos que afecten la movilidad, el comercio ni la seguridad de millones de bogotanos. “La manifestación es un derecho en democracia, pero debe ejercerse sin violencia, destrucción o vandalismo”, afirmó, en alusión a los disturbios que se han registrado en semanas recientes. Su declaración no fue solo un llamado preventivo, sino una advertencia política: la administración distrital no permitirá que Bogotá repita episodios de caos en el espacio público.


El tono de Galán, firme pero institucional, marca una distancia clara con el discurso del Gobierno nacional. Al dirigirse directamente al presidente Petro, el mandatario distrital lo invitó a asumir responsabilidad sobre la convocatoria, pidiéndole que exhorte a sus simpatizantes a mantener la calma. “Presidente, al ser usted quien convoca esta manifestación, pídale a la gente que se comprometa a hacerlo en paz”, señaló. La frase, más que una solicitud, se leyó como una forma de recordarle al jefe de Estado que el liderazgo también implica evitar la confrontación social.


En medio de la polarización política que vive el país, el mensaje de Galán busca posicionarse como un gesto de autoridad civil equilibrada, capaz de proteger los derechos sin ceder al desorden. Su propuesta de diálogo previo y acción posterior de la Fuerza Pública refleja una política de contención mesurada: el alcalde afirmó que las autoridades intervendrán solo “cuando se agoten las instancias de diálogo”, una fórmula que busca conjugar prudencia con determinación.


El contexto no es menor. En las últimas semanas, Bogotá ha vivido episodios de vandalismo y bloqueos que afectaron el transporte público y la actividad económica. El cansancio ciudadano con las jornadas de protesta violentas le da respaldo a la postura del alcalde, quien ha reiterado que la ciudad no puede normalizar la destrucción como forma de expresión. Su narrativa apunta a defender el derecho a la protesta legítima sin permitir que minorías violentas deslegitimen las causas sociales.


El llamado a respaldar a la Fuerza Pública también fue un mensaje político de fondo. “Presidente, como Comandante de las Fuerzas Armadas, le pido respaldar la labor de la Fuerza Pública”, dijo Galán, en una frase que pone el énfasis en la necesidad de coherencia entre el discurso presidencial y la institucionalidad del orden. En tiempos de desconfianza hacia las instituciones, el alcalde busca reforzar la legitimidad del Estado como garante de derechos y de seguridad ciudadana.


Más allá del episodio coyuntural, las palabras de Carlos Fernando Galán condensan el reto que enfrenta Bogotá: ser la capital de las libertades y, al mismo tiempo, de la responsabilidad democrática. Su mensaje se convierte en un espejo de la tensión nacional entre movilización social y gobernabilidad. En una ciudad acostumbrada a marchar, pero también herida por el vandalismo, el alcalde propone un equilibrio: que la protesta siga siendo un instrumento de expresión, no de destrucción.

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