Colombia llama a consultas a su embajador en Washington: crece la tensión con Estados Unidos

 


El presidente Gustavo Petro ordenó este lunes el llamado a consultas del embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña, en medio de un nuevo episodio de fricción diplomática con la administración del mandatario estadounidense Donald Trump. La decisión, confirmada por la Cancillería, llega tras una serie de declaraciones y medidas que han agitado la relación bilateral entre ambos países.

Un gesto de protesta diplomática

El Ministerio de Relaciones Exteriores informó que García-Peña “ha sido llamado a consultas por parte del presidente Gustavo Petro Urrego y ya se encuentra en Bogotá”. La canciller Rosa Yolanda Villavicencio Mapy señaló que el Gobierno “evaluará las medidas pertinentes frente al deterioro de la relación diplomática y comercial con Washington”.
El llamado a consultas, una práctica habitual en diplomacia, implica la retirada temporal del embajador para “revisar el estado de las relaciones” y enviar una señal de protesta o inconformidad frente a las acciones del país receptor.

El detonante: declaraciones de Trump y nuevas sanciones

La tensión escaló luego de que Donald Trump acusara públicamente a Petro de ser “un líder del narcotráfico” y anunciara la suspensión de ayudas a Colombia, además de imponer aranceles a varios productos colombianos, como café y flores, sectores clave de exportación. El Gobierno colombiano rechazó “de manera categórica” esas afirmaciones, calificándolas de “injuriosas e infundadas”.

Contexto de una relación desgastada

La crisis llega tras meses de desencuentros entre Bogotá y Washington. En julio pasado, Estados Unidos había llamado a consultas a su encargado de negocios en Colombia, John T. McNamara, por lo que calificó como “declaraciones infundadas” del Ejecutivo colombiano. Petro, en respuesta, había hecho un llamado similar a su embajador. Aunque las tensiones parecían enfriarse en agosto, el reciente choque reavivó los desencuentros sobre temas sensibles como la lucha antidrogas, la cooperación militar y la política comercial.

Daniel García-Peña, un diplomático de confianza

El embajador Daniel García-Peña, historiador, académico y cercano colaborador de Petro desde sus años como congresista, fue designado al inicio del actual gobierno como parte de la apuesta por una política exterior “más soberana y latinoamericanista”. Su regreso a Bogotá abre interrogantes sobre su permanencia en el cargo y el rumbo que tomará la representación colombiana en Washington.

Reacciones internacionales y posibles efectos

Medios como Reuters y El País destacan que el gesto de Petro ha sido interpretado como una medida de presión políticahacia Estados Unidos. Sin embargo, diplomáticos consultados advierten que podría tener repercusiones económicas si se prolonga el distanciamiento. Washington es el principal socio comercial de Colombia y destino del 28 % de sus exportaciones.
Analistas señalan que una ruptura o suspensión prolongada de canales diplomáticos podría afectar programas de cooperación en seguridad, inteligencia y lucha contra el narcotráfico, además de retrasar acuerdos en materia ambiental y de inversión.

Voces desde la oposición y el oficialismo

En Colombia, la oposición calificó la decisión de “irresponsable y populista”, mientras que sectores del Pacto Histórico la defendieron como un acto de dignidad nacional. El senador Iván Cepeda afirmó que “Colombia no puede aceptar insultos ni presiones que lesionen su soberanía”. Por su parte, la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez advirtió que “la diplomacia no puede convertirse en una tribuna ideológica”.

Lo que viene

La Cancillería informó que en los próximos días el Gobierno nacional anunciará las decisiones adoptadas tras la reunión con García-Peña. Entre las opciones se barajan una eventual nota de protesta formal ante Washington o una revisión integral de los acuerdos bilaterales.
Mientras tanto, el ambiente diplomático se mantiene en un punto de máxima tensión. El llamado a consultas del embajador colombiano simboliza un golpe en la mesa de Petro, pero también un delicado pulso que podría redefinir el futuro de las relaciones entre Bogotá y Washington.

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