Celia Cruz: cien años del azúcar que endulzó al mundo

 


Este 21 de octubre el mundo celebra los 100 años del nacimiento de Celia Cruz, la eterna “Reina de la Salsa”. Nacida en La Habana en 1925, su voz, su energía y su icónica exclamación —“¡Azúcar!”— trascendieron las fronteras de la música para convertirse en símbolo de alegría, libertad y resistencia cultural. A un siglo de su llegada al mundo, su legado sigue vivo en los escenarios, en las calles y en el corazón de millones que aún bailan con su ritmo inconfundible.


Celia Cruz comenzó su carrera en los años 50 como vocalista de La Sonora Matancera, agrupación con la que conquistó los públicos de Cuba y América Latina. Pero su historia tomó un giro decisivo en 1960, cuando se exilió en Estados Unidos tras la llegada al poder de Fidel Castro. Desde entonces, su música se convirtió también en bandera de identidad y nostalgia, una forma de mantener viva la memoria de la Cuba que dejó atrás.


Instalada en Nueva York, Celia Cruz se unió a figuras como Tito Puente, Willie Colón y Johnny Pacheco, con quienes definió el sonido de la salsa moderna. Su voz poderosa, su carisma inagotable y su presencia escénica la convirtieron en un fenómeno mundial. Cada una de sus canciones —de Quimbara a La vida es un carnaval— era un himno de vida y color. A través de ellas, Celia no solo hizo bailar al planeta, sino que lo invitó a celebrar la existencia.


El centenario de su nacimiento ha despertado homenajes en todo el mundo. En Tenerife, los Premios Dial 2025 le rindieron un tributo multitudinario; en La Habana, una misa en su memoria congregó a cientos de personas, pese a que las autoridades locales suspendieron un concierto con su música. Incluso el Museo de la Salsa en Miami prepara una exposición especial con trajes, discos y fotografías inéditas de la artista. Su presencia, una vez más, rompe las fronteras.


Más allá de la música, la figura de Celia Cruz encarna el orgullo de la mujer afrodescendiente y el poder de la diáspora latina. En una industria dominada por hombres, ella abrió espacio a nuevas generaciones con su fuerza, elegancia y autenticidad. Su ejemplo inspiró a artistas como Gloria Estefan, Marc Anthony y La India, y sigue resonando en el trabajo de voces más jóvenes como Karol G y Nathy Peluso, quienes reconocen en ella una raíz compartida.


En tiempos donde la música urbana domina los rankings, el legado de Celia se revaloriza como recordatorio de que la salsa fue, y sigue siendo, una forma de identidad. Su risa, sus vestidos brillantes y su energía sobre el escenario transformaron la cultura latina en una celebración global. A través de su arte, Celia Cruz le enseñó al mundo que la alegría también puede ser una forma de resistencia.


Hoy, un siglo después de su nacimiento, Celia Cruz continúa siendo más que una estrella: es un mito vivo. Su voz aún suena en cada fiesta, su rostro ilumina murales y portadas, y su grito de “¡Azúcar!” sigue invitando a todos a bailar con la vida. Porque, como ella misma cantó, la vida es un carnaval, y no hay mejor homenaje que seguir bailándola.

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