"A mí lo que más me da miedo es que se me olvidé lo que tengo que hacer. Para mí, lo que más valor tiene son los recuerdos", le dice Edi a su amigo, el animero, a lo que él responde, "Lo peor que a uno le puede pasar es que lo olviden, eso es peor que morir".


La lucha contra el olvido es, en síntesis, el tema central de Memento Mori, una producción de ADC, Fidelio y 42Film, dirigida por el vallecaucano Fernando López Cardona y protagonizada por el emblemático actor del grupo de teatro La Candelaria, César Badillo.


Memento Mori narra la historia de un hombre que se desempeña como animero en Puerto Berrío, Magdalena Medio, en el año 2003. Los animeros vienen de una tradición española que se remonta al siglo XIX, y se dice que tienen la "misión" de visitar durante las noches de noviembre las tumbas de los cementerios, despertar a las ánimas, sacarlas a pasear por los pueblos y orar por ellas.


Durante la época más cruda de la violencia en Puerto Berrío, cuando cientos de cuerpos no identificados encallaban en la orilla del río Magdalena, la presencia de los animeros, casi extintos en Colombia, cobró mayor relevancia. La gente consideraba que ellos eran capaces de hablar con sus familiares desaparecidos, y con los 'N.N.', como le decían a los cuerpos anónimos que llegaban arrastrados por el agua. Los habitantes del pueblo adoptaban  a los NN como sus propios muertos, los enterraban en el cementerio comunitario y les decoraban sus tumbas con colores, flores y vasos de agua.


Después de la llegada de un cadáver decapitado a la adornada pared de los 'N.N.', el animero que protagoniza Memento Mori escucha las súplicas del alma en pena y se embarca en un viaje a la boca del lobo para recuperar la cabeza y devolverle al cuerpo su dignidad.


Así, a través de una atmósfera esotérica y mística, la historia de López Cardona y su coescritor, James Valderrama, explora uno de los elementos que ha sido característico en la narrativa del cine nacional a lo largo de las décadas: la relación río-muerte, tan poéticamente contradictoria, pero tan ceñida a la realidad de la guerra en este país.


"Las poblaciones que están a la orilla del río en Colombia se desarrollaron y crecieron por la presencia de él. Por ahí pasa la vida, por ahí llega el desarrollo, los médicos, la comida, se transporta lo que se produce; incluso la tierra y el ganado se alimentan directamente del agua del río. Pero se plantea una contradicción, pues, así como pasa la vida, el río también lleva la muerte. Para ellos ha sido muy fuerte que el río se haya vuelto un vertedero de muertos, es un choque emocional", declara el director de la cinta.


Y podría creerse que Colombia ha tenido suficiente muerte dentro de sus fronteras como para seguir haciendo obras en su honor, pero esta no es una película en donde la muerte salga victoriosa. Incluso podría decirse que no es ni siquiera un antagonista, sino un habitante más de Puerto Berrío, a quien sus habitantes ven pasar por las mañanas y saludan con una inclinación de cabeza. Memento Mori no es solo una obra de denuncia en contra de atrocidades. Es la historia de cómo un pueblo, a través de los sueños, del espíritu y de lo esotérico, aprendió a vivir con la muerte como vecina.


Porque en Puerto Berrío, como queda perfectamente claro después de ver la película, hay un choque de tragedias: la de los muertos, que navegan incesantes en busca de alguien que quiera encontrarlos, y la de los vivos, que añoran con todas sus fuerzas saber el devenir de sus desaparecidos, ya ni siquiera con la esperanza de volverlos a ver, sino de poder, finalmente, dejarlos ir. 


El choque, no obstante, da fruto a un mutualismo poético, pues a los vivos, en la desesperación generada por la espera eterna, su alma les pide hacer duelo y su cuerpo les pide llanto; y los muertos, en su pasividad y soledad, no piden más que alguien que los llore. Adoptar un muerto ajeno, entonces, no es solo un acto de caridad, no es solo una acción honorífica, sino principalmente el encuentro de dos espíritus reconociendo sus necesidades y abrazándose en consuelo, en cierre, en memoria y en comprensión.


Y es que con Memento Mori, López Cardona parece estar diciendo a gritos lo que muchas personas de Colombia piensan: en un país donde la muerte se ha vuelto un hábito, sus habitantes entienden que el verdadero enemigo es el olvido.


El largometraje abrió el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias en su edición de 2023, y desde su proceso de escritura, que empezó hace nada más y nada menos que diez años, ha tenido un amplio recorrido internacional. El proyecto ha sido parte al menos 10 festivales internacionales, entre los que destacan, además del FICCI, el 27º Festival de Cine de Lima, donde ganó Mención Honrosa por su Fotografía, y el 14º Latino & Iberian Film Festival at Yale, en New Haven, EE. UU., donde ganó Mejor Película.


Además, continúa en su camino por los festivales, y ya tiene programadas cinco participaciones durante marzo y abril de 2024, en eventos como el 10th Curaçao International Film Festival; el 40º Reflets du Cinéma Ibérique & Latino-Américain, en Lyon; y el 41º Rencontres du Cinéma Latino-Américain, en Bordeaux.


Memento Mori llegará a las salas nacionales de cine el próximo 7 de marzo y tendrá una función de lanzamiento en Barrancabermeja dirigida a la comunidad que participó en la película. Así mismo, se hará una función especial en la Cinemateca de Bogotá, el viernes 8 de marzo, con la presencia del equipo realizador.


La película se proyectará en los siguientes teatros nacionales:


  • Bogotá: Cinemateca de Bogotá & Procinal.
  • Barrancabermeja: Procinal.
  • Manizales: Teatro Fundadores.
  • Pereira: "Cine con Alma", Cámara de comercio.
  • Medellín: Centro Colombo Americano & MAMM.
  • Cali: Cinemateca Museo la Tertulia.