Mi abuelita Lola tenía un dicho que nunca olvidaré y cité recientemente en una ceremonia espiritual y de amor. Y lo recordé, porque ni antes, ni después de ella, me había dolido tanto la partida de uno de los míos, como hasta ahora. 

Mi vieja Lola me decía: “de tal palo tal astilla, mija”. Decidí hacer público ese sentir, para decirle a los padres de nuestro Herbin Hoyos, ¡gracias!, pues con certeza ese par de magníficos colombianos, que hoy abrazo desde la distancia, sembraron una excelente y enorme semilla de amor en sus hijitos. 

Esos viejos, queridos lectores son los responsables de esas semillas de solidaridad, de amor, frente al dolor del otro, que vimos todos en Herbin Hoyos Medina y que él, con su personalidad, esparció y dejó en todos nosotros. Esas mismas semillas estaban llenas de valor, gallardía, valentía y profunda pasión por la justicia. 

Hoy con estas letras sólo deseo reiterar la importancia de la familia. Sí, de la tuya y de la mía. Y, aunque sea desde la distancia, le digo a mis padres también ¡gracias! Y perdón por las angustias causadas y las ausencias necesarias que nuestro oficio, muchas veces demanda. 

A los padres,  hermanos, esposa, hijitos y demás familiares del “Reportero del Aire”, toda mi solidaridad, respeto y cariño, en momentos de vacío, pero de enorme orgullo, pues cada apellido de ustedes, familia Hoyos Medina, lo puso en alto. 

Herbin Hoyos le entregó hasta su paz y armonía a las víctimas del conflicto armado en Colombia. Él siempre se dolió por tener que  separarse de los suyos, en tantas ocasiones. Sin embargo, deben saber que en nuestras pausas laborales, como corresponsales, ustedes, su familia, eran el tema central.

Herbin Hoyos Medina marcó la historia del verdadero periodismo de investigación. Con su profesionalismo traspasó muchas fronteras, varias “prohibidas”, porque él siempre se las ingeniaba para lograr la verdad. Bien sabemos los periodistas de guerra, que la verdad es lo primero que nos ocultan, quienes mueven los hilos de cada confrontación bélica.

De Herbin Hoyos admiraré su transparencia de siempre, era como el agua más cristalina: te miraba a los ojos y con ellos, podía decirnos es peligroso, pero debemos ir, es difícil, pero hay que hacerlo y lo lograremos. Su positivismo y lealtad lo hizo de los míos, eternamente. En él nunca se vio envidia por los logros de otros, jamás traicionó la amistad. La lealtad, el compañerismo es lo que nos une, en medio del campo de batalla. Nuestro oficio, en definitiva, nos permite mostrar de qué estamos hechos.

Por su tenacidad se lograron misiones que para otros era imposible, fuimos atacados, “retenidos” y salimos ilesos, Dios siempre estuvo, con nosotros. Por eso, tal vez, me duele tanto que este bicho nos lo haya herido y debilitado hasta que, ya indefenso, la muerte ganara. 

Logro comprender que la voluntad de Dios es perfecta y que, tal vez necesitaba a su guerrero en el cielo. Y allí, con certeza, conocerá la paz, la justicia por la que sacrificó, hasta el disfrute pleno de los suyos. 

A esos sembradores de amor que están en Colombia, a los padres de Herbin, nuevamente ¡gracias!

Por Lola Portela